15 mayo, 2022

Rainer W. Fassbinder - Ocho horas no hacen un día (1972)

 
Alemán | Subs: Castellano/EN/PT/FR/IT (muxed)
*107 m | x264 790
x576 | 3700 kb/s | 128 kb/s AC3 | 23.97 fps*
2,94 + 2,76 + 2,91 + 2,69 + 2,93 GB
Acht Stunden sind kein Tag
Realizada entre 1972 y 1973, en la misma época en la que sacaba, una tras otra, películas como La angustia corroe el alma o Las lágrimas amargas de Petra von Kant, Ocho horas no hacen un día se plantea como una «serie familiar» y juega, en paralelo, como en buena parte del cine de Fassbinder, con los universos personales y sentimentales de sus personajes y con el contexto socioeconómico que los rodea. La miniserie, que fue un encargo de la cadena de televisión Westdeutscher Rundfunk (WDR) y que fue restaurada por la Fundación Fassbinder y el MOMA y reestrenada en la Berlinale en 2017, refleja claramente el clima de su época.
A la trama familiar clásica que debían mantener estas miniseries de horario central televisivo, Fassbinder le impone otra trama, ligada directamente a la explotación laboral. El primer episodio, que arranca con una reunión familiar en la que se ve que pese a las apariencias no todo está demasiado bien entre sus miembros, pronto introduce como protagonista a Jochen (Gottfried John), quien trabaja en una fábrica de partes metálicas (RWF saca jugo a la imposibilidad del protagonista de explicar exactamente qué es lo que producen ahí). Cuando sale a hacer unas compras (en realidad va a buscarle alcohol a su bastante pícara abuela) conoce a Marion (Hanna Schygulla), quien se ocupa de los avisos clasificados de un periódico local de Köln y la invita al cumpleaños familiar que están «festejando».
Cuando todo parece ir por el lado de la historia romántica con sus contratiempos (ella tiene un novio y un hermano menor medio pesado que cuidar), Fassbinder introduce en la trama los conflictos laborales de la fábrica en la que trabaja Jochen, a partir de un bono prometido a los empleados que no les es pagado por el dueño. Esto desatará un conflicto interno y pronto la serie pasará a ser un retrato de esa comunidad obrera de Köln con la familia en cuestión por momentos en segundo plano. La historia va yendo y viniendo de la relación entre Jochen, Marion y su familia a la que él (y luego ella) tienen también con los otros operarios en situación de conflicto laboral con sus patrones.
En el segundo episodio, centrado en la abuela de Jochen y sus desventuras con su nuevo «novio» para conseguir un departamento barato, también Fassbinder combina una serie de peripecias cómicas con un ácido retrato sobre la desigualdad económica y la desidia de las autoridades, algo que se hace más evidente cuando la pareja abre un jardín de infantes sin permiso oficial. Según cuenta la historia, a Fassbinder le habían encargado ocho episodios de la serie pero el canal, al ver cómo su «serie familiar para horario central» se transformaba en una en la que se discutían malos salarios, pensiones bajas, el costo de vida, las duras condiciones de trabajo, huelgas y asuntos similares, decidió suspender la producción en el quinto episodio.
Formalmente clásica y narrativamente potente, la serie no busca transgredir desde el lenguaje sino, básicamente, desde los contenidos. Su forma de encuadrar, narrar y editar no se aleja demasiado de las convenciones de la época (muchos zooms, primerísimos planos) pero más allá de esos detalles su sistema siempre es más cercano al de Hollywood que al del cine de autor más político y radical de la época. Fassbinder contrabandea la temática política de la serie en un marco o sistema narrativo tradicional, algo que mantendría en buena parte de su carrera, muy apegada especialmente a los recursos del melodrama clásico.
Es imposible no mirar Ocho horas no hacen un día sin compararla con las series actuales. Si bien Fassbinder respeta las reglas del lenguaje standard del género, lo que marca la distancia es su grado de politización. Y, si bien uno podría decir que es un reflejo de la época en la que se hizo y transcurre, es cierto también que hoy la situación laboral de las clases trabajadoras es aún más complicada que la de entonces. Solo que la televisión no se ocupa de mostrarla. Y menos en horario central.
-- Todo el texto es de Diego Lerer en Micropsia Cine
"A diferencia de la famosa Berlin Alexanderplatz (1980), que Fassbinder también rodó para la televisión, Ocho horas no hacen un día fue un trabajo olvidado, nada menos que cinco capítulos de una hora y media cada uno que casi no habían vuelto a verse desde su primera emisión, casi 50 años atrás. Pero la Rainer Werner Fassbinder Foundation que dirige Juliane Lorenz, en cooperación con el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, exhumaron el material original, rodado en 16mm, restauraron meticulosamente imagen y sonido y lo que ahora vuelve a la luz puede considerarse como la primera -- y quizás la única-- telenovela marxista de la TV occidental."
-- Luciano Monteagudo en Otros Cines
[...] Quizá fue ese alejamiento de su público tradicional lo que hizo que algunas de las críticas fueran tan encendidas. Hubo quien incluso llamó a sus personajes “proletarios maquillados” en la prensa. Lo acusaron de ser poco realista: decían que ninguna novia de ningún obrero se parecía ni remotamente a Schygulla, que la línea que había trazado entre buenos y malos era demasiado gruesa y que reemplazar los viejos clichés por otros nuevos le hacía un flaco favor a los trabajadores. “Me pregunto en qué medida una serie familiar con esos trazos gruesos, con esos embellecimientos, con esas formas fijas convertidas en clichés podría servir de alguna manera para modificar conciencias de una manera progresista”, se lamentaba el periodista Günter Wallraff (autor de la crónica “Cabeza de turco”) desde las páginas de la revista Der Spiegel.
Fassbinder, tenía una respuesta elaborada para sus críticos: “Hice mis películas y obras de teatro para un público intelectual. Frente a los intelectuales se puede ser tranquilamente pesimista y las películas pueden terminar tranquilamente sin perspectiva alguna porque un intelectual tiene siempre la posibilidad de aplicar su intelecto”, dijo en una entrevista incluida en el libro Fassbinder sobre Fassbinder. “Frente a un público tan grande como el de la televisión, en cambio, sería reaccionario, casi un crimen, pintar un mundo con tan poco futuro, porque sobre todo hay que darles aliento y decirles: ‘A pesar de todo hay posibilidades para ustedes, ustedes tienen una fuerza que tienen que usar, porque sus opresores dependen de ustedes’. ¿Qué es un empleador sin trabajadores? Nada”.
-- Astrid Riehn
Eight Hours Don't Make a Day
Rainer Werner Fassbinder had been making feature films for three years – and already amassed a filmography that would satisfy most careers – when he decided to take on a bigger challenge. Teaming up with West German television channel WDR, he conceived of Eight Hours Don’t Make a Day, a series that would extend to five feature-length episodes to be broadcast at monthly intervals.
Centering on the Krüger family, as well as their lovers, in-laws, friends and co-workers, the series takes a sometimes comic, sometimes dramatic look at domestic relationships and labor relationships, with particular focus on skilled worker Jochen and his new girlfriend, Marion.
"That Eight Hours is a comedy — or perhaps a tragedy stopped short — owes something to both design and chance. According to the film scholar Brad Prager, Mr. Fassbinder told a contemporaneous interviewer that he wanted to leave a broad TV audience with a sense that the world was full of possibilities. On the other hand, West German television, which commissioned the project, pulled the plug before the director was able to film the last three episodes, in which he had planned to lower the hammer.
But Eight Hours nevertheless feels complete, a lighthearted polemic that is at once a soft-Marxist guide on how to band together to improve your workplace and an almost traditionalist ode to family and community.
As always, the polish of Mr. Fassbinder’s direction is a marvel; none of his 1970s contemporaries ever used zooms to better comic effect. And for a man who found time to make more than 40 features in his 37 years, the fluidity of his camera and blocking is miraculous — particularly in a nearly half-hour wedding-party sequence at the end of Episode 4. For sheer joy per minute of film, there’s nothing playing now that comes close.
-- Ben Kenigsberg (NYT) 2018
 
Blu-ray rip de derpolsper (PTP), compartido por winterlight
 
*Especificaciones técnicas similares para los cinco episodios
 
Duración total:  7h 52m
 
 
Subtítulos en castellano míos

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