Français | Subs: Castellano, English
78 min | x-264 698x436 ~> 775x436 | 2450 kb/s | 256 kb/s AC3 | 24 fps
1.54GB
1.54GB
Paris en pleine guerre d’Algérie. Mariés depuis longtemps, Jean et
Mouche sont en train de se séparer . Jean est instituteur ; Mouche fait
chez elle des travaux de couture. Sans que l’autre le sache, chacun
d’eux est engagé aux côtés du FLN.
París, en plena guerra de Argelia. Tras largos años juntos, Jean y Mouche están a punto de separarse. Jean es maestro, Mouche hace labores de costura en su casa. Sin que el otro lo sepa, ambos colaboran cada uno por su lado con las actividades del FLN.
París, en plena guerra de Argelia. Tras largos años juntos, Jean y Mouche están a punto de separarse. Jean es maestro, Mouche hace labores de costura en su casa. Sin que el otro lo sepa, ambos colaboran cada uno por su lado con las actividades del FLN.
Liberté, la nuit, a title with a comma in the middle for a film
divided in two parts. A film in black and white with a dark side and a
jovial side. The first part of the title evokes politics, as the story
recalls the days of the Algerian War of Independence; the second part
represents the mood that hovers over the eminently painful images. There
isn’t even a hint of daylight in the freedom of the title. It only
lives metaphorically in the darkness and languor of the night.
Liberté, la nuit,
un título con una coma en el medio para un film dividido en dos partes.
Un film en blanco y negro con un lado oscuro y un lado jovial. La
primera parte del título evoca la política, cuando la historia recuerda
los días de la Guerra de Independencia argelina; la segunda parte
representa el estado de ánimo que se cierne sobre las imágenes
eminentemente dolorosas. No hay una pizca de luz solar en la libertad
del título: ésta vive apenas metafóricamente en la oscuridad y en la
languidez nocturna.
Violeta Kovacsics, en Quim Casas (ed.): Philippe Garrel, el cine revelado..an attempt by Garrel to convert his brand of romantic poetry into
haunted newsreel prose.
...un intento de Garrel por convertir su característica poesía romántica en angustiada prosa de noticiero.
Jonathan Rosenbaum
Liberté, la nuit, fait même entrer par la grande porte l’Histoire
et la politique dans un univers où jusque là elles semblaient fort
lointaines. Bien sûr, il ne faut pas s’attendre à une tentative de
reconstitution scrupuleuse de l’époque de la Guerre d’Algérie. Quelques
détails (objets, vêtements), les noms propres entendus ci et là (De Gaulle, l’OAS, le FLN)
et le noir et blanc incandescent de Pascal Laperrousaz suffisent à
rendre palpable à l’écran une atmosphère menaçante de guerre civile non
déclarée dans les extérieurs filmés dans un Paris de 1983 aux allures
fantomatiques.
Liberté, la nuit, hace incluso entrar por la puerta grande a la Historia y a la política en un universo en el que justo ellas parecían muy lejanas. Por cierto, no hay que esperar una tentativa de reconstrucción escrupulosa de la época de la guerra de Argelia. Algunos detalles (objetos, la ropa), nombres propios oídos aquí y allá (De Gaulle, OAS, FLN) y el blanco y negro incandescente de Pascal Laperrousaz bastan para hacer palpable en la pantalla una atmósfera amenazante de guerra civil en un París de 1983 de ribetes fantasmales.
Liberté, la nuit, hace incluso entrar por la puerta grande a la Historia y a la política en un universo en el que justo ellas parecían muy lejanas. Por cierto, no hay que esperar una tentativa de reconstrucción escrupulosa de la época de la guerra de Argelia. Algunos detalles (objetos, la ropa), nombres propios oídos aquí y allá (De Gaulle, OAS, FLN) y el blanco y negro incandescente de Pascal Laperrousaz bastan para hacer palpable en la pantalla una atmósfera amenazante de guerra civil en un París de 1983 de ribetes fantasmales.
Claude Riffel, Avoir-alire.com
Working with minuscule budgets in relative obscurity, appreciated by a
small number of dedicated fans but ignored by the mainstream to the
point that only one of his films has been released in the Anglophone
world (his first feature, Marie pour mémoire in 1967), Philippe
Garrel is the archetypal romantic loner poet. He started filming in
1964 and made his first feature four years later. A child of 1968 and
the Nouvelle Vague with a particular admiration for Godard, his films
can be split into two periods. The first are underground works, hermetic
visions of artistic alienation and, as the ’70s wore on, film portraits
of the people around him, notably the German chanteuse Nico of “Velvet
Underground” fame with whom he lived for ten years. These were Garrel’s
wild years of drug addiction, permissiveness and extreme alienation,
which culminated in a traumatic experience of electroshock treatment.
They would haunt the films that followed. From 1979 he chose to move
into a more narrative cinema, to tell the story of his life rather than
immerse viewers in abstract hermetic visions that reflected it, often
only obliquely. The result is an ongoing series of autobiographical
films, one of the most coherent bodies of work in the cinema. Marriages
come and go, children arrive and ask awkward questions, parents pass on
their wisdom and die and the Garrel hero shuffles into middle age under
the shadow of lost loves and the lost dreams of the 1968 rising.
Garrel’s cinematic universe is a pared down, melancholy place two steps
away from the home movie. It is suffused with a uniquely affecting
tenderness, a sense of intimacy almost unknown elsewhere. The couple is
always at the centre of this universe, the pursuit of love and its
numerous difficulties being his constant theme and, for him, the only
theme worth dealing with.
Garrel’s films are made up of moments, moments of day-to-day intimacy or alienation, often elliptically linked. Quiet conversations and silences between friends and lovers. And thought. Few other directors have made reflection so central to their filmmaking and almost none have captured it with such unforced grace. It is a cinema of contemplation rather than narrative. He shoots with the most basic means in an elegant, portrait like style. Sometimes he uses quite long takes, always with very little cutting around in a scene and often none at all. Scenes are filmed with a stillness and a patience that do the exact opposite of what most effective narrative cinema does, that is, to grab audiences and manipulate them into a state of false emotion.
Garrel’s films are made up of moments, moments of day-to-day intimacy or alienation, often elliptically linked. Quiet conversations and silences between friends and lovers. And thought. Few other directors have made reflection so central to their filmmaking and almost none have captured it with such unforced grace. It is a cinema of contemplation rather than narrative. He shoots with the most basic means in an elegant, portrait like style. Sometimes he uses quite long takes, always with very little cutting around in a scene and often none at all. Scenes are filmed with a stillness and a patience that do the exact opposite of what most effective narrative cinema does, that is, to grab audiences and manipulate them into a state of false emotion.
Trabajando con
presupuestos mínimos y en relativa oscuridad, apreciado por un pequeño
número de seguidores fieles pero ignorado por el cine dominante, hasta
el punto de que uno solo de sus films llegó a ser estrenado en el mundo
anglófono (su opera prima, Marie pour mémoire, 1967), Philippe
Garrel es el prototipo del poeta romántico solitario. Empezó a filmar en
1964, y rodó su primer largo tres años después. Hijo del Mayo Francés y de la
Nouvelle Vague, con una admiración particular por Godard, su obra puede
ser dividida en dos períodos. El primero comprende films subterráneos,
visiones herméticas de alienación artística y, a medida que envejecen
los años 70, retratos fílmicos de la gente que lo rodea, especialmente de
Nico, la famosa cantante alemana de Velvet Underground, con la
que convivió diez años. Estos fueron los años salvajes de la adicción a las
drogas, los excesos y la alienación extrema, que desembocarían en la
dramática experiencia del electroshock. Serían asimismo una presencia constante en
los films que siguieron. A partir de 1979, Garrel deriva hacia un cine
más narrativo, para contar la historia de su vida, y ya no, como antes, para sumergir a
los espectadores en visiones herméticas y abstractas que la reflejaran, a
menudo bastante oblicuamente. El resultado es una serie continua de films
autobiográficos, uno de los corpus más coherentes de la historia del
cine. Los matrimonios van y vienen, llegan los hijos y hacen preguntas
incómodas, los padres transmiten su sabiduría y mueren, y el héroe
garreliano trajina la edad madura bajo la sombra de amores perdidos y
los perdidos sueños del alzamiento de 1968. El universo cinematográfico
de Garrel se recorta, la melancolía lo distancia aun otro paso del film
hogareño. Lo invade una ternura que nos afecta doblemente, un
sentido de la intimidad casi desconocido en cualquier otro lado. La pareja siempre es
el centro de este universo; la búsqueda del amor y sus numerosas
dificultades, su tema constante y, para él, el único que vale la pena.
Los films de Garrel están hechos de momentos, momentos de intimidad o alienación cotidianas, a menudo ligados uno con otro de modo elíptico. Calmas conversaciones y silencios entre amigos y amantes. Y el pensamiento. Pocos directores han hecho de la reflexión algo tan central en su obra, y casi ninguno ha logrado capturarla con tan suave naturalidad. Es un cine de contemplación, más que narrativo. Con los medios más básicos entrega un fino estilo de retratista. A veces hace tomas bastante largas, con muy pocos cortes en una escena, a menudo ninguno. Sus escenas están rodadas con una calma y una paciencia que constituyen la precisa oposición de eso en lo que suele apoyarse la eficiencia de cierto cine narrativo: atrapar al público, manipularlo, llevándolo a un estado de falsa emoción.
Los films de Garrel están hechos de momentos, momentos de intimidad o alienación cotidianas, a menudo ligados uno con otro de modo elíptico. Calmas conversaciones y silencios entre amigos y amantes. Y el pensamiento. Pocos directores han hecho de la reflexión algo tan central en su obra, y casi ninguno ha logrado capturarla con tan suave naturalidad. Es un cine de contemplación, más que narrativo. Con los medios más básicos entrega un fino estilo de retratista. A veces hace tomas bastante largas, con muy pocos cortes en una escena, a menudo ninguno. Sus escenas están rodadas con una calma y una paciencia que constituyen la precisa oposición de eso en lo que suele apoyarse la eficiencia de cierto cine narrativo: atrapar al público, manipularlo, llevándolo a un estado de falsa emoción.
Maximilian Le Cain, "Voyeurism of the Soul: The Films of Philippe Garrel"
en Senses of Cinema
Publicación original y subtítulos en castellano de tribu/firpo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario