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99 min | x264 960x720 | 4800 kb/s | 192 kb/s AC3 | 23,97 fps
3,46 GB
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La mujer del cuadro
El profesor Wanley de la Universidad Gotham y sus amigos comienzan a
obsesionarse con el retrato de una bella muchacha en el escaparate
contiguo al club en que se reúnen. Wanley conoce a la mujer del retrato y
acepta su invitación de ir a su apartamento, en donde sucederá un
trágico incidente...
Uno de los elementos que mejor definen la etapa norteamericana de Lang
es su implacable destrucción y remodelación de los géneros
tradicionales. Concretamente, en el cine negro, Lang no plantea la
ironizada desmitificación llevada a cabo en sus westerns, al igual que
tampoco opta por el acerado dramatismo de sus films antinazi. Éste
género representa para él algo mucho más personal, menos vinculado a las
convenciones que intenta hacer volar por los aires. El cine negro es
una oportunidad de oro, no sólo para denunciar los vicios y miserias de
una sociedad a la que constantemente pone en tela de juicio a través del
cristal de su monóculo, si no también la ocasión para enjuiciar la
moralidad de la propia condición humana. Amén de ello, el cine negro
significa una vuelta a los orígenes del cineasta, un contundente retorno
a las formas y bases de Las arañas (Die Spinnen, 1919-1920), El dr.
Mabuse (ídem, 1922) o Spione (ídem, 1928) que representa, dentro de la
relativa incomodidad que suponía para el cineasta el estar a los
designios de la industria estadounidense, uno de los caminos más seguros
a la hora de intentar realizar un cine más vinculado a sus orígenes
expresionistas.
La mujer del cuadro (The Woman in the Window, 1945) es, por todo ello, un film referencial a la hora de tratar las particularidades estilísticas del cineasta vienés. El film, concretamente, es la traslación visual de una perturbadora pesadilla, con la influencia de las teorías psicoanalíticas de Freud sobre las represiones sexuales, el sentimiento de culpa y, sobretodo, la importancia de la interpretación de los sueños. Ya desde el primer plano, accedemos con una intensidad poco común a un universo enrarecido en el que somos incapaces de discernir el sueño de la vigilia (como bien demuestra la conclusión del film), arrastrándonos a través de un abismo onírico a la desgraciada suerte del profesor Richard Wanley. Todo ello convenientemente recubierto en un impresionante concierto de sombras y luces, gracias a la excelente fotografía de Milton Krasner. La importancia de La mujer del cuadro, por ello, es bipartita y responde tanto a su herencia estrictamente germana como a sus propios planteamientos transgresivos dentro del film noir.
Si la llegada de los cineastas europeos a Estados Unidos en el primer lustro de los años treinta se caracteriza por teñir la aséptica iluminación de los pioneros norteamericanos de un desquiciado tenebrismo, casi una plasmación pictórica del apocalíptico momento histórico que se estaba gestando en el viejo continente, Lang, concretamente, (y a diferencia de varios de ellos) otorga un potente significado dramático a cada foco de luz y a cada elemento oculto en la oscuridad. Crea y establece un cosmos neoexpresionista en el que, aprovechando el espacio y los diferentes términos del plano como pocos, define las características de la historia, a la par que redondea la caracterización de sus personajes. Todo ello sin perder, ni por un momento, el pulso creativo y la mentalidad arquitectónica, concibiendo una puesta en escena tan meticulosamente calculada que todo lo que en ella se representa adquiere significación propia. Esto, que puede ser constante en el cine de Lang, adquiere una especial trascendencia en sus películas negras y, más concretamente, en La mujer del cuadro, donde el clima de ensueño ya esbozado más arriba se ve potenciado por la dirección de Lang, aparentemente fría e incluso en algún momento distanciada, pero tan perfecta en la consecución del ritmo y en el clima de lasitud progresivamente reinante (que alcanzaría su cenit un año después en la no menos lograda Perversidad, Scarlet Street, 1945) que, sin ningún género de dudas, remiten al mejor Lang alemán.
Por lo que respecta a sus raíces genéricas, La mujer del cuadro supone una desmembración más que notable de las convenciones del género negro. Más cercana al melodrama que a lo planteado por John Huston tres años antes en El Halcón Maltés (The Maltese Falcon, John Huston, 1941) (1), la película, en el fondo, queda excluída de cualquier tipo de vinculación genérica. Si bien formalmente, puede responder a unas ciertas tendencias básicas del film noir (sobretodo a nivel de atmósfera) y argumentalmente se encuentra al límite de este tipo de cine (personajes arquetipo), lo cierto es que La mujer del cuadro no es más que otro ejemplo (y no de los más sobresalientes) del sincretismo de Lang, de su extrema facilidad para conciliar esquemas narrativos y características formales en un todo verdaderamente arrebatador. Si Metrópolis (ídem, 1927) era la simplificación de expresionismo, híbrido con otras tendencias que adquirían una mayor importancia y trascendencia, en La mujer del cuadro nos encontramos con una pieza de características marcadamente fantásticas e irreales, envuelta en un manto de cualidades, paradójicamente, veristas.
Prueba irrefutable de la genialidad de Fritz Lang y una de sus mejores películas estadounidenses, La mujer del cuadro es una de las mayores experiencias del clasicismo cinematográfico. (Texto de Joaquìn Vallet, tomado de Miradas de Cine)
La mujer del cuadro (The Woman in the Window, 1945) es, por todo ello, un film referencial a la hora de tratar las particularidades estilísticas del cineasta vienés. El film, concretamente, es la traslación visual de una perturbadora pesadilla, con la influencia de las teorías psicoanalíticas de Freud sobre las represiones sexuales, el sentimiento de culpa y, sobretodo, la importancia de la interpretación de los sueños. Ya desde el primer plano, accedemos con una intensidad poco común a un universo enrarecido en el que somos incapaces de discernir el sueño de la vigilia (como bien demuestra la conclusión del film), arrastrándonos a través de un abismo onírico a la desgraciada suerte del profesor Richard Wanley. Todo ello convenientemente recubierto en un impresionante concierto de sombras y luces, gracias a la excelente fotografía de Milton Krasner. La importancia de La mujer del cuadro, por ello, es bipartita y responde tanto a su herencia estrictamente germana como a sus propios planteamientos transgresivos dentro del film noir.
Si la llegada de los cineastas europeos a Estados Unidos en el primer lustro de los años treinta se caracteriza por teñir la aséptica iluminación de los pioneros norteamericanos de un desquiciado tenebrismo, casi una plasmación pictórica del apocalíptico momento histórico que se estaba gestando en el viejo continente, Lang, concretamente, (y a diferencia de varios de ellos) otorga un potente significado dramático a cada foco de luz y a cada elemento oculto en la oscuridad. Crea y establece un cosmos neoexpresionista en el que, aprovechando el espacio y los diferentes términos del plano como pocos, define las características de la historia, a la par que redondea la caracterización de sus personajes. Todo ello sin perder, ni por un momento, el pulso creativo y la mentalidad arquitectónica, concibiendo una puesta en escena tan meticulosamente calculada que todo lo que en ella se representa adquiere significación propia. Esto, que puede ser constante en el cine de Lang, adquiere una especial trascendencia en sus películas negras y, más concretamente, en La mujer del cuadro, donde el clima de ensueño ya esbozado más arriba se ve potenciado por la dirección de Lang, aparentemente fría e incluso en algún momento distanciada, pero tan perfecta en la consecución del ritmo y en el clima de lasitud progresivamente reinante (que alcanzaría su cenit un año después en la no menos lograda Perversidad, Scarlet Street, 1945) que, sin ningún género de dudas, remiten al mejor Lang alemán.
Por lo que respecta a sus raíces genéricas, La mujer del cuadro supone una desmembración más que notable de las convenciones del género negro. Más cercana al melodrama que a lo planteado por John Huston tres años antes en El Halcón Maltés (The Maltese Falcon, John Huston, 1941) (1), la película, en el fondo, queda excluída de cualquier tipo de vinculación genérica. Si bien formalmente, puede responder a unas ciertas tendencias básicas del film noir (sobretodo a nivel de atmósfera) y argumentalmente se encuentra al límite de este tipo de cine (personajes arquetipo), lo cierto es que La mujer del cuadro no es más que otro ejemplo (y no de los más sobresalientes) del sincretismo de Lang, de su extrema facilidad para conciliar esquemas narrativos y características formales en un todo verdaderamente arrebatador. Si Metrópolis (ídem, 1927) era la simplificación de expresionismo, híbrido con otras tendencias que adquirían una mayor importancia y trascendencia, en La mujer del cuadro nos encontramos con una pieza de características marcadamente fantásticas e irreales, envuelta en un manto de cualidades, paradójicamente, veristas.
Prueba irrefutable de la genialidad de Fritz Lang y una de sus mejores películas estadounidenses, La mujer del cuadro es una de las mayores experiencias del clasicismo cinematográfico. (Texto de Joaquìn Vallet, tomado de Miradas de Cine)
Considered a top noir and one of Fritz Lang's very best American films,
The Woman in the Window is a dreamlike meditation on crime and guilt,
distilled to its essence by screenwriter and producer Nunnally Johnson.
Lang's clean and simple graphic sense amplifies the story's sense of
oneiric clarity. Yielding briefly to temptation, a saintly professor
quickly finds himself caught in a maelstrom of crime and murder. The
Woman in the Window was so successful that Lang and his stars Joan
Bennett and Dan Duryea came back the next year with the somewhat similar
Scarlet Street, an even darker and creepier tale of a meek man
destroyed by his secret inner needs. This earlier film is still
considered Lang's most pure investigation of the nature of guilt and
conscience.
"Creo en la rebeliòn artìstica. Creo que son necesarias nuevas
aproximaciones, nuevas formas para reflejar los cambios del mundo en el
que vivimos. Pero no pienso que la ùnica respuesta al azùcar sea el
veneno." Fritz Lang
Blu-ray rip del grupo SINNERS
Tercera encarnación de este film publicado
originalmente por saynomoreglass en 2010
ººººººººººººº
Por error, había publicado un DVD rip anterior de este gran film. Ahora lo he cambiado por un Blu-ray rip.
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