Francès I Subs: Castellano/English (muxed)
105 min I x-264 mkv 720x576 I 2000 kb/s I 224 kb/s AC3 I 25 fps
1,67 GB
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Capítulo clave de la serie de Cuentos Corales que el director R filmó en los '60, Mi visita a lo de Mod es una historia compleja narrada en forma sencilla: un ingeniero católico, interesado por una chica que ve en la iglesia, se reencuentra con una vieja amiga, la intelectual -y divorciada- Mod. De las largas conversaciones que entablan, se va desprendiendo no sólo el cruce de dos mundos diferentes, sino el de toda la confusión, miedo y caos que subyacen en esos ordenados ambientes burgueses. Bella pieza de cine-arte, no es tanto un filme romántico como un vistazo a las emociones que acompañan al enamoramiento.
Al igual que otras películas de R, el argumento de esta historia se remonta también a los años cuarenta. En la primera versión se titulaba “La Fille à bicyclette” y el encierro del protagonista con Maud se justificaba por la presencia externa de la guerra. Finalmente, R sustituye este elemento por la nieve con lo que, según sus palabras, “hace más fuerte la situación en el cine, más universal que la circunstancia exterior, histórica, de la ocupación”.La nieve tiene además, dentro del film, un papel fundamental como instrumento del azar que mueve los hilos de los personajes, que propicia sus encuentros y separaciones (...) El azar se halla de este modo íntimamente ligado a un fenómeno climatológico y, a través de él (como es constante en el cine de Rohmer), a un tiempo y un lugar determinados: las “navidades blancas en Auvergne” que diría Fernando Méndez-Leite.El azar,la predestinación, el cálculo de probabilidades y la apuesta de Pascal constituyen el eje de las conversaciones que mantienen los cuatro protagonistas. (Carlos Heredero y Antonio Santamarina, Don Eric, Ed. Cátedra, Madrid, 1991)(...) Los personajes reivindican criterios y concepciones del mundo sin ser por ello “figuras representativas”. El uso frecuente de un recurso como es el de mostrar un plano de un personaje con la voz en “off” de quien conversa con él, la carencia de efectos musicales y únicamente ocasionales introducciones de música diegética, la utilización de planos medios o de conjunto para un cineasta singularmente refractario a los primeros planos, son los rasgos particulares que han determinado una “manera”, una forma de entender el cine.
Los actores de R tienen que decir cosas que de alguna forma les resultan familiares, en cuya creación han intervenido al menos remotamente. Por eso sus gestos afloran con absoluta facilidad, se les pide que sean ellos mismos, metidos en una historia que tal vez les pudiera ocurrir. Se exige de ellos que utilicen sus experiencias para la composición del personaje (...) La transparencia de estas interpretaciones viene muy favorecida por el tratamiento narrativo que R da a sus películas. Concreta y significativa determinación de los conceptos de tiempo y espacio (...) (Fernando Mendez-Leite, en Dirigido por... nº 42, Marzo, 1977)
(...) La cámara, abierta a todo el conjunto (de ahí la necesidad de rodar en estudio), trata de captar lo que sucede a su alrededor y muestra, en cada momento, el punto de interés más relevante. La naturalidad con que se mueve siguiendo los desplazamientos de los personajes, cambiando de plano para buscar sus reacciones o los saltos del discurso, se hace posible a través de una puesta en escena de gran precisión y, en ocasiones, levemente irónica.(...) Esta precisión, esta suerte de minimalismo, explica –desde un punto de vista diferente- otra serie de elementos de la película: la ausencia de color para dar un tono más austero a las imágenes, la frialdad (con excepción del cálido ambiente en casa de Maud) de los escenarios y de las imágenes, acorde con los sentimientos del narrador. El gran éxito alcanzado, tanto de crítica como de público, por la película supuso, tras la excelente acogida de La coleccionista, el espaldarazo definitivo a la obra de R. Después de ambos títulos se abre en su filmografía una nueva etapa de mayor estabilidad y seguridad financiera, que encontraría su plasmación en una de sus mejores obras: La rodilla de Clara. (Carlos Heredero y Antonio Santamarina,)
«La meta primera del arte fue la de reproducir no el objeto, sin duda, sino su belleza; lo que se llama realismo no es más que una búsqueda más escrupulosa de esta belleza.» Don Éric
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