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103 min | x264 784x576 | 3130 kb/s | 192 kb/s AC3 | 23.97 fps
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2,39 GB
La americana Barbara Loden se ha convertido en una figura mítica de la pantalla: actriz, modelo, mujer de Elia Kazan, profesora, y escritora-directora de un único y extraordinario largometraje, Wanda (1970). Fallecida en 1980 a los 48 años, Loden y su película, a pesar de obtener una atención intermitente y apasionada en todo el mundo, se ha dejado de lado en la mayoría de historias del cine, incluso en la historia del cine feminista. ¿Es porque es una película sobre un personaje proletario (interpretado por la misma Loden) que es pasivo, alienado, que casi no muestra resistencia a la manipulación y el abuso de los hombres? Wanda plantea cuestiones complejas sobre el autorretrato en el cine: Loden se refleja, al mismo tiempo que no lo hace, en su personaje. Aunque a menudo se la ha considerado un trabajo cinematográfico «tosco» o meramente «directo», este análisis busca descubrir los principios rigurosos de interpretación, guion y mise en scène que apuntalan Wanda y la convierten en un monumento de cine tan apabullante, sin concesiones e incomparable. (tomado del artículo de Cristina Álvarez López y Adrian Martin que se puede leer aquí)
Algunos entregarían la obra completa de Elia Kazan por el único film rodado por su mujer, Barbara Loden. Wanda (1970) continúa siendo una película desconocida a pesar de mostrar el retrato más conmovedor del cine de los años 70 con las mujeres bajo la influencia de Cassavetes. Realizado con el menor presupuesto posible, sin iluminación, sin vestuario (el personaje masculino lleva la ropa vieja de Kazan), con la ayuda inestimable de Nicholas Proferes, formado en el seno del cinéma-verité de Leacock en los años 60 que se ocupó tanto de los encuadres como del montaje, Wanda es un trazo extraído del glamour romántico de Hollywood, un negativo violento de todos los Bonnie and Clyde del mundo. Fundamentalmente, defendida durante diez años por Barbara Loden, quien trabaja un autorretrato apenas dibujado, el personaje de Wanda sigue siendo una figura magnífica, nunca resuelta, nunca recuperable, que desafía cualquier reducción. (Tomado de Una mujer sin influencia, artículo de Stéphane Delorme publicado en Cahiers du Cinema y traducido por Esmeralda Barriendos)
Blu-ray rip y capturas de endrju (KG)
La versión anterior fue publicada en Arsenevich en 2016
Shot in cinema-verité style on grainy 16mm film stock, Wanda tells the
story of the unlikely partnership between a coal-mining wife from
Pennsylvania (played with sensitivity and brio by the filmmaker
herself), dumped by her husband and the men she met while drifting, and a
petty crook on the rebound (Michael Higgins), who convinces her to pull
a major “bank job” with him. The film was released in one theatre in
New York, Cinema II, and never shown in the rest of the country. Ten
years later, Wanda was “already forgotten in the United States,” but
“much admired in Europe” (Kazan, 1988, 807). It was screened in the
“Women and Film” event at the 1979 Edinburgh Film Festival and in
Deauville in 1980. Loden died of cancer on September 5, 1980, the day
she was booked to fly to Paris-Deauville. Her death was announced from
the stage of the Festival.
So there would not be another film by Barbara Loden. As in the case of
Rimbaud, the tragic scandal was not only that a talented artist had died
too young (Loden was 48) but that such a promising career had been
reduced to silence. Yet, unlike that of the much-remembered poète
maudit, Loden’s voice seemed doomed to historical erasure. Indeed Wanda
was a “critical hit” – but only in the New York daily papers. At the
time of its brief commercial release, Vincent Canby stressed “the
absolute accuracy of its effects, the decency of its point of view and
the kind of purity of technique that can only be the result of conscious
discipline".
«Considero que en Wanda
hay un milagro. Normalmente hay una distancia entre representación y
texto, entre sujeto y acción. Aquí, esta distancia se anula
completamente. Hay una coincidencia inmediata y definitiva entre Barbara
Loden y Wanda. [...] Este milagro, para mí, no está en la
interpretación. Es porque ella parece más realmente ella en la película
–yo no conocía su personalidad– que como podría haber sido en la vida
real. Ella es más auténtica en la película que en la vida real. Esto es
absolutamente maravilloso». (Marguerite Duras, 1990)
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