Polaco | Subs: Castellano/FR/PT/IT/EN (muxed)
100 min | x-264 978x720 | 7300 kb/s | 256 kb/s AC3 | 24 fps
4,56 GB
100 min | x-264 978x720 | 7300 kb/s | 256 kb/s AC3 | 24 fps
4,56 GB
Sangre sobre los rieles
Zapora, un joven y ambicioso maquinista que conduce con destreza y a
toda velocidad la locomotora a vapor de la que es responsable, se encuentra una noche con una fea sorpresa: un hombre en medio de la vía. Un acto de
suicidio aparente o asociado a la temeridad de un loco que pretendía
causar una masacre. El hombre será arrollado por el ferrocarril. Los
maquinistas bajarán a contemplar quien se encontraba detrás de esta
sombra aparecida en medio de la noche. Y para su sorpresa, ésta es
conocida. Se trata del viejo Orzechowski, el antiguo jefe de Zapora. Un
maquinista de la vieja escuela, arrogante, prepotente, severo e
intransigente. Un hombre que no casa con los nuevos tiempos de orden y
regulación comunista. Un enemigo del sistema que se mostró siempre
contrario a cumplir las normas, exhibiendo una disciplina inflexible con
sus subordinados. Un veterano que había sido despedido recientemente
por sus continuas peleas con el jefe de estación fiel cumplidor de los
dictados de la nueva administración...
En la historia del cine no faltan las grandes películas de trenes, pero Sangre sobre los rieles merece un lugar muy alto en ese panteón... El ritmo del film se va acelerando hasta llegar a un desenlace realmente impresionante: Munk y su guionista Jerzy Stefan Stawinski elaboran con esmero uno de los finales más sorprendentes, conmovedores y desgarradores que he visto - una secuencia que, como el resto de la película, se ve potenciada por el uso de ruidos atmosféricos de tren en lugar de una partitura musical. Incluso para los famosos estándares de la cinematografía polaca, los visuales de Jerzy Wojcik (quien más tarde rodó Cenizas y diamantes[1958] de Andrzej Wajda) y Romuald Kropat son una maravilla constante - logrando atrevidos efectos claroscuros a través de la intensidad sucia y grasienta de la maquinaria negra y el carbón, que contrasta fuertemente con los rostros brillantes de los trabajadores.... ~~Neil Young en Jigsaw Lounge
In 1950, at night, a passenger train kills a man on the tracks. He is
Orzechowski, an engineer since 1914. An inquiry immediately follows.
Testimony takes the form of flashbacks. Tuszka, the station master,
believes Orzechowski was a saboteur; at least one on the inquiry panel
agrees. Zapora, the young engineer on the train that hit Orzechowski,
gives more complicated testimony about the dead man - stiff-necked,
proud, imperious, critical of Zapora and other younger workers. The
signalman at the crossing where Orzechowski died also testifies. Can the
panel arrive at the truth in a world where workers unite, inferior coal
is a badge of honor, and the old order is suspect?
Cinema history has no shortage of Great Train Movies, but Man on the Tracks
deserves a very lofty place in that pantheon…After some slow, somewhat
talky early stretches the pace steadily gathers to a truly stunning
denouement – Munk and his scriptwriter Jerzy Stefan Stawinski
painstakingly craft one of the most astonishing, moving and shattering
endings in the whole of cinema – a sequence which, like the rest of the
movie, is greatly boosted by the use of atmospheric train-noises rather
than a musical score. Even by the renowned standards of Polish
cinematography, meanwhile, the visuals by Jerzy Wojcik (who later shot
Andrzej Wajda’s seminal Ashes and Diamonds [1958]) and Romuald
Kropat are a consistent wonder – achieving bold chiaroscuro effects via
the inky, grimy, greasy intensity of the black machinery and coal-fuel,
starkly contrasted with the brightly firelit faces of the workers... ~~ Neil Young on Jigsaw Lounge
Blu Ray rip de GrobyanN2
Publicada originalmente en 2019
¡Feliz Año Nuevo, Sca! Que este 2023 sea increíble para ti y tu familia. Un gran abrazo.
ResponderBorrarGracias, Iñaki. Te deseo lo mejor para este año que comienza.
ResponderBorrar¡Gracias Scalisto por esta joya recuperada! Qué maravilla que es el cine polaco de esa época. Los claroscuros de su extraordinaria fotografía compiten con los de la naturaleza humana que trasluce el guion. Con increíble sutileza nos plantea el dilema: ¿Orzechowski es un viejo testarudo fruto de su soberbia o de su sabiduría? ¿Es el "enemigo del pueblo", como deslizan los jerarcas del sistema para desatar el rechazo emocional de sus colegas? O por el contrario, ¿es el verdadero "heroe socialista", que no duda un segundo en entregar su propia vida en pro del bien de la comunidad?
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