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Quizás el más renombrado e importante film de ensayo del siglo XX, Sans Soleil es un travelogue
global que "no constituye una búsqueda de contrastes sino que viaja
entre los dos polos extremos de la supervivencia", desplazándose
dramáticamente entre Japón, Islandia, Guinea-Bissau y las Islas de Cabo
Verde; la voz over que vaga entre estas culturas radicalmente
diferentes es la voz desestabilizada y no identificada de una mujer que
lee -y a veces comenta sutilmente- cartas enviadas a casa en Europa por
Sandor Krasna, personaje ficcional que puede ser un camarógrafo, el
realizador mismo, o simplemente un viajero.
Timothy Corrigan, The Essay Film. From Montagne, After Marker (Oxford UP, 2011)
En 1982 se descubrían tejidos magnetizados en el cuerpo de los delfines.
Los científicos especulaban que estos inteligentes mamíferos quizás
entraban en sintonía con los campos magnéticos de la Tierra para poder
navegar los océanos. El Canal 4 se lanzaba en el mismo año en
Inglaterra, mientras que en los EEUU la Comisión de Telecomunicaciones
eliminaba restricciones sobre la duración y frecuencia de los
comerciales de televisión. El Reverendo Moon presidía una boda masiva en
el Madison Square Garden, el sindicato Solidaridad era prohibido en
Polonia, una nave soviética sacaba fotos en color de la superficie de
Venus. Disney World revelaba su Prototipo Experimental Comunidad del
Futuro en Francia, aparecia un film llamado Sans Soleil.
Nathan Lee, The Village Voice
Los documentales de Resnais y de Marker producen un efecto subjetivo de
ficción, profundamente emotivo, en la medida en que juegan
deliberadamente sobre las separaciones y los acercamientos entre las
imágenes del mundo y el discurso interior del espectador al que se
dirige la voz del interlocutor, y al que el interlocutor dirige esas
imágenes (v. el estilo epistolar de Marker). Si hemos de creer a Boris
Eijenbaum, "el acompañamiento musical del film facilita la formación del
discurso interior". Y ya conocemos la atención que prestan tanto
Resnais como Marker a las partituras musicales de sus documentales,
confiadas a músicos como Guy Bernard, Pierre Barbaud, Georges Delerue,
Maurice Jarre, Hans Eisler, Michel Krasna (los tres primeros trabajaron
en films de uno y otro). Sans soleil, de Chris Marker, debe
incluso su título a una composición de Mussorgski. Esta intención
melódica afirmada rompe, también ahí, con los hábitos del género
apegados a la música imitativa o ilustrativa, por ejemplo la banda con
música de relleno. La misma observación corre para el silencio,
verdadera bestia negra de toda propaganda, y al que Nuit et brouillard o Si j'avais quatre dromadaires (Marker, 1966), por ejemplo, supieron restituir todo su peso o su gracia.
. Ocurre entonces lo inverso de lo que cree el objetivismo. Este pretende
eliminar toda subjetividad (asimilada a lo arbitrario, a lo parcial)
para alcanzar la realidad de los acontecimientos, su verdad consumada.
De hecho, practicada de tal modo, la objetividad ("discurso del que el
sujeto se ausenta", según Pierre Legendre) se torna pura exterioridad, y
el espectador desrealiza mirando "objetivamente" desfilar el trencito
de las actualidades. En contrapartida, en los nuevos documentales
hablados, él se ve interiormente implicado por el trabajo "subjetivo"
del film sobre nuestras imágenes mentales del mundo y llevado por ello a
repensar la objetividad de la historia. En el dispositivo
"actualitario", la voz off anónima se despega de las imágenes,
fingiendo registrar su libre curso como el flujo de lo real mismo, pero
asimismo prescribiéndoles por otra parte, desde arriba, el sentido
previsto. De tal modo, el espectador permanece ajeno, indiferente,
contrariado o divertido, y toma partido de modo conforme a las
indicaciones objetivas del comentario. Así, como decía Proust, nunca la
actualidad nos aleja más de lo real que cuando más pretende limitarse a
él.
De modo inverso, remitiendo las imágenes a lo visto y a lo sabido por el
espectador, las cine-frases documentales de Marker o Resnais nos
impulsan a recomponer su historia, que aparece verdaderamente como
nuestra historia (si no como la Historia Verdadera). "Los paisajes son
estados mentales, no menos que los estados mentales, cartografías, ambos
cristalizados unos en otros, geometrizados, mineralizados. La identidad
del cerebro y del mundo, es la noosfera de Je t'aime, je t'aime, es quizás la organización infernal de los campos de exterminio, pero también la estructura cosmo-espiritual de la Bibliotèque national [en Toute la mémoire du monde
(1956)]. Y ya en Resnais, esta identidad no aparece tanto en un todo
como en el nivel de una membrana polarizada que no cesa de poner en
comunicación o de intercambiar afueras o adentros relativos, de ponerlos
en contacto, en referencia recíprocos. (...) Pues la memoria ya no es
por cierto la facultad de tener recuerdos: es la membrana que, de los
modos más diversos (continuidad, pero también discontinuidad,
involucramiento, etc.) hace corresponder las capas de pasado y los
estratos de realidad, emanando las unas de un interior siempre
preexistente, adviniendo los otros de un afuera siempre por venir,
royendo ambos ese presente que no es más que su punto de encuentro."
(Deleuze, La imagen-tiempo)
François Niney, L'Épreuve du réel à l'écran, de Boeck, 2002
François Niney, L'Épreuve du réel à l'écran, de Boeck, 2002
Perhaps the most renowned and important essay films of the twentieth century, Sunless
is a global travelogue that is “not a search for contrasts but journey
to the two extreme poles of survival,” dramatically moving through
Japan, Iceland, Guinea-Bissau, and the Cape Verde Islands; the
voice-over that wanders these radically different cultures is the
destabilized and unidentified voice of a woman who reads —and sometimes
subtly comments on—letters sent home to Europe by a fictional Sandor
Krasna, who may be a cameraperson, the filmmaker himself, or simply a
traveler.
Timothy Corrigan, The Essay Film. From Montagne, After Marker (Oxford UP, 2011)
In 1982, magnetized tissues were discovered in dolphins. Scientists
speculated that the clever mammals might be tuning into the earth’s
magnetic fields to help navigate the oceans. Channel 4 was launched in
England that same year, while in America the FCC eliminated restrictions
on the length and frequency of TV commercials. Sun Myung Moon presided
over a mass wedding at Madison Square Garden, Solidarity was banned in
Poland, a Soviet spacecraft took color photographs of the surface of
Venus. Disney World unveiled its Experimental Prototype Community of
Tomorrow. In France, a film called Sans Soleil appeared.
The author of the film, Chris Marker, was probably born on July 29,
1921, in Neuilly-sur-Seine, though it has also been suggested that he
came from Mongolia or outer space. Once attuned to Marker’s wavelength,
either possibility seems perfectly reasonable and equally irrelevant. He
has understood as well as anyone, and put into practice better than
most, two defining characteristics of his age—the age of Wittgenstein
and Vertigo, Heisenberg and Hello Kitty, semiotics and Windows. First, that how things mean is as significant as what
they mean. Second, that as technology increasingly mediates identity,
identity must develop new strategies of lightness and mobility in
response to bewildering technological change. “Chris Marker” is equal
parts auteur and avatar.
Una publicación original de tribu/firpo (2012)
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