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110 min | x264 956x576 3560 kb/s | 192 kb/s AC3 | 23.976 fps
2,91 GB
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El estrangulador de Rillington
En el Londres de la posguerra una joven pareja (John Hurt y Judy
Geeson) y su bebé alquilan un departamento en el número 10 de
Rillington Place, una vivienda cuyo inquilino del piso inferior, John
Reginald Christie (Richard Attenborough), resulta de lo más
inquietante. Lo que desconocen ambos es su violento historial de
asesinatos en serie de mujeres, impulsos criminales que Beryl (Geeson)
acabará reavivando en su mente.
Richard Attenborough encarna a John Christie, un inquietante hombre de mediana edad que atrae a sus víctimas —mujeres— con la confianza de procedimientos y saberes médicos y las promesas de aliviar sus problemas. Una excusa para dejarlas inconscientes, abusar sexualmente de ellas y asfixiarlas con una soga. La obsesión por el procedimiento del asesino queda minuciosamente registrado en la secuencia inicial de la cinta, ambientada en 1944, incluyendo la forma de deshacerse del cuerpo sepultándolo en las inmediaciones de su propia casa. De la oscuridad y la soledad surge una figura en apariencia educada, inofensiva, que explota las convenciones y normas sociales para establecer contacto amigable forzoso y manipular a sus futuras víctimas hasta su violento final. Fleischer se toma el tiempo necesario para presentar al asesino en su cotidianidad, siguiendo en clave costumbrista a la nueva pareja (John Hurt y Judy Geeson) y el bebé que van a habitar el piso de arriba del bloque. Su aproximación al espacio es muy funcional, pero en ella busca los límites en la exploración de la psicología hermética de un enigmático y perturbador hombre corriente capaz de atrocidades inexplicables.
Esta naturaleza indescifrable del mal y la crueldad ante la cámara son clave en su narrativa para generar una inquietud profunda en el espectador. Entre esas paredes además se filtra de una manera para nada casual la necesidad de una mujer joven con escasos recursos económicos de interrumpir su embarazo por una simple cuestión de supervivencia. El relato del asesino en serie, sus cruentos actos y sus pasos para encubrirlos se entretejen temáticamente con esta dimensión social, buscando deliberadamente la ambigüedad en el discurso. La tensión durante muchos minutos se basa en el punto de vista del criminal enfrentándose a los imprevistos e incriminando con macabro ingenio a un hombre inocente. La violencia latente y sus consecuencias, con el conflicto entre represión sexual y los cambios de la dinámica de poder entre hombres y mujeres como catalizador, se van acumulando así durante el metraje, sepultadas pero también descubiertas —casi podría decirse inevitablemente— por el paso del tiempo y la historia. Todo esto a partir de imágenes que, lejos de ser explícitas, aprovechan el imaginario colectivo para sugerir los detalles que dejan fuera de campo.
Escrito por Ramón Rey en Cine Maldito
London, 1944. John Reginald Christie (Richard Attenborough) is digging
in his backyard when he comes across a woman’s leg. Unfazed, he covers
up the leg and continues to bury the woman he just strangled in his
kitchen. Three years later, Timothy Evans (John Hurt), along with his
wife, Beryl Evans (Geeson), and their baby, rent an apartment in the
same decrepit building - 10 Rillington Place. The young couple struggle
to live on Timothy’s minuscule pay while Christie insidiously inserts
himself into their lives. He manipulates the pregnant Beryl and the
illiterate Timothy until they believe he will perform an abortion on
Beryl. However, Christie has other plans...
Slow, deliberate, creepy, grimy, grim, repressed. The recreation
of one of Britains most famous serial killers crimes and the impact on
one family in particular is nothing if not sober in tone. Director
Richard Fleischer had recent "true crime" form with his version of The
Boston Strangler, Fleischer shoots with hand-held cameras under
realistically dim lighting, creating an intimate close up portrait of
the house and its occupants.
Subtítulos en castellano míos
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