Francès | Subs: Castellano/English (muxed)
100 min | x-264 660x448 --> 660x504 | 1800 kb/s | 192 kb/s AC3 | 23.97 fps
1,49 GB
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Los niños terribles
Les enfants terribles se inicia con una pelea de nieve entre colegiales,
en la que Paul (Edouard Dermithe) resulta herido y recibe los cuidados
de su hermana Elizabeth (Nicole Stéphane). En un momento determinado, y
coincidiendo con la recuperación de Paul, se adentran en el mundo de los
dos hermanos −que han variado de morada hasta una gran mansión−, una
joven llamada Agathe (Renée Cosima), de lejano parecido con el muchacho
por el que Paul sentía una cierta fascinación –y que lanzó a este los
bloques de nieve−, que provocará el interés del muchacho. Por otra
parte, se manifestará el recelo por parte de su hermana al comprobar que
Paul ha encontrado una mujer en quien fijarse. Hasta el punto llegará
la extraña reacción, que Elizabeth interferirá y manipulará la relación
que de forma muy sutil se ha ido estableciendo entre su hermano y la
joven. La situación se irá agravando y alcanzará tintes de tragedia
cuando la ruptura de los dos tímidos amantes sea inapelable.
La personal atmósfera creativa de Jean Cocteau se refleja cegadora en la
adaptación cinematográfica de la novela de 1929 "Los niños terribles",
llevada a cabo por Jean-Pierre Melville, el director que se erguiría
hacia la década de los sesenta en el maestro del polícíaco francés. La
relación de amor y odio entre dos hermanos se traza en el film hasta el
extremo, inscrita en un entorno reducido que acoge con escrúpulos
cualquier figura externa. El asfixiante contexto vital en el que operan
ambos, jóvenes huérfanos, se apoya en el aspecto enfermizo de él, Paul, y
en el sobreprotector carácter de ella, Elisabeth. Sus amigos Gerard y,
más tarde, Agathe, se establecen como elementos extraños en la
convivencia fraternal.
La fatalidad suele sobrevenir en las obras de Cocteau: ésta no es una excepción. Los protagonistas de "Los niños terribles", como figuras arrastradas, se enfrentan a un destino desalentador, tal y como ya hiciera el magnífico impostor Thomas de Fontenay, personaje esbozado por el autor francés años antes. Como esas piezas heterodoxas, extrañas, entreveradas en el particular 'tesoro' que esconden en su habitación, los hermanos no hallan acomodo en el mundo, solitarios, sin lazos familiares. Las conciencias de cada uno se van fundiendo paulatinamente en la gran mansión que alberga el epílogo, triste como la biografía de Cocteau, pesimista como las sensaciones que, en la vida real, le inducían los opiáceos al novelista, dramaturgo, poeta, pintor, diseñador y cineasta francés. La ambigüedad reina finalmente en los caracteres de los hermanos: una huida hacia la edad adulta, la fascinación hacia el concepto muerte o la atracción mutua en términos sexuales, consideraciones todas ellas que, a modo de vestigios luminosos, van acogiendo miradas furtivas del espectador. (paisajes elèctricos)
La fatalidad suele sobrevenir en las obras de Cocteau: ésta no es una excepción. Los protagonistas de "Los niños terribles", como figuras arrastradas, se enfrentan a un destino desalentador, tal y como ya hiciera el magnífico impostor Thomas de Fontenay, personaje esbozado por el autor francés años antes. Como esas piezas heterodoxas, extrañas, entreveradas en el particular 'tesoro' que esconden en su habitación, los hermanos no hallan acomodo en el mundo, solitarios, sin lazos familiares. Las conciencias de cada uno se van fundiendo paulatinamente en la gran mansión que alberga el epílogo, triste como la biografía de Cocteau, pesimista como las sensaciones que, en la vida real, le inducían los opiáceos al novelista, dramaturgo, poeta, pintor, diseñador y cineasta francés. La ambigüedad reina finalmente en los caracteres de los hermanos: una huida hacia la edad adulta, la fascinación hacia el concepto muerte o la atracción mutua en términos sexuales, consideraciones todas ellas que, a modo de vestigios luminosos, van acogiendo miradas furtivas del espectador. (paisajes elèctricos)
A key influence on the French New Wave, Les Enfants Terribles is a film
that is difficult to classify, just as it is tricky to untangle the
primal thicket of Jean Cocteau's classic story of incest between Paul
(Edouard Dermithe), a passive-aggressive, pretty boy, and Elizabeth
(Nicole Stephane, in an unforgettable performance), his off-putting,
volatile androgyne of a sister. Jean-Pierre Melville directed; it was
only his second movie, and Cocteau was on the set a lot, jockeying for
control. Most critics have considered it a work by Cocteau, and it's
still hard to put your finger on Melville's specific contribution. The
collaboration of Cocteau and Melville shouldn't work, but it does, and
the way it does makes for often uneasy viewing.
The Strange Ones
Les Enfants Terribles is very much a fantasy, an accumulation of
suggestive, slightly obscure visual details, offset somewhat by
Cocteau's too-literary, over-explicit narration. Melville's visual
instincts feel modern and tough, deliberately off-the-cuff, and this
lets Cocteau's stirring intimations of sex and longing come through more
intensely than if the Gallic renaissance man himself had done it up in
his own cascading filmic mode. The use of loud classical music by
Vivaldi and Bach as counterpoint is alienating at first, but it
gradually softens your senses, so that after a while you feel like
you've climbed into a bathtub naked with the film's siblings. Their
patently unhealthy, indolent way of living starts to look awfully
attractive, and the film's signifiers for perverse sex get dirtier and
more erotic all the time, from the opening orgiastic snowball fight to a
close-up of bath water drenching the bottom of a shoe, to the moment
when Elizabeth stuffs Paul's mouth with crayfish, in decadent,
fellatio-like close-up.
Paul is Cocteau's usual supine stud with glittering gold hair, and Dermithe was one of Cocteau's "protégées." Melville didn't want him in the movie, and he's no actor, certainly, but he's visually resplendent, especially in his final close-ups, where a field of sweat droplets make him look as if he were in a Man Ray photograph. Stephane dominates the film: She's like a baby Leni Riefenstahl petrified of losing her grip on her tiny kingdom. The last few reels get slow and hypnotic, until the ending builds up to a theatrical crescendo of emotion and climaxes with a tall screen clattering to the floor (Melville's idea). A truly unique movie, Les Enfant Terribles feels both insubstantial and overpowering, like Chet Baker singing "Let's Get Lost" to an empty ballroom. -- All the text was copied from Slant
Paul is Cocteau's usual supine stud with glittering gold hair, and Dermithe was one of Cocteau's "protégées." Melville didn't want him in the movie, and he's no actor, certainly, but he's visually resplendent, especially in his final close-ups, where a field of sweat droplets make him look as if he were in a Man Ray photograph. Stephane dominates the film: She's like a baby Leni Riefenstahl petrified of losing her grip on her tiny kingdom. The last few reels get slow and hypnotic, until the ending builds up to a theatrical crescendo of emotion and climaxes with a tall screen clattering to the floor (Melville's idea). A truly unique movie, Les Enfant Terribles feels both insubstantial and overpowering, like Chet Baker singing "Let's Get Lost" to an empty ballroom. -- All the text was copied from Slant
Publicada originalmente por saynomoreglass en 2009
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